Son casi las 5 de la mañana. Cuando creí que ya no habría nada que contar. Me mando el papelón. Bueno, es algo que debería haber echo hace tiempo, pero que por muchas razones pospuse. La principal es que soy un cobarde.
Pero hoy no, hoy después de haberla mirado a los ojos, haberme despedido de ella, verla marcharse en su auto, informarle que yo ya había llegado, esperar que ella confirmara haber llegado a su casa... Le comenté por la maldita red social que en realidad ella me gustaba. Su respuesta fue la que esperaba. Es decir, ya sabía que yo no le gustaba, pero creí necesario que ella supiera mi situación.
Bueno, como hombre maduro, debo dejar que esto no me afecte. De verdad no me siento mal, sino, todo lo contrario. Sentía que tenía un secreto que rasguñaba mi estomago para querer ser gritado en su cara. Y no salió tan mal después de todo. Después de todo, nada ha cambiado...
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